sábado, 7 de septiembre de 2013

El Huáscar se sublevó una vez




 
A principios de marzo de 1877, desembarcaron en Antofagasta varias personalidades políticas del Perú, acompañando a don Nicolás de Piérola, que era candidato a la presidencia de ese país.

La comitiva, que se instalo en casa de otro ciudadano peruano, no hizo misterio de una próxima revolución en Lima, destinada dar al señor Piérola el triunfo por las armas.
 

Nicolás de Piérola

Pocos días después, la población de Antofagasta fue sorprendida por el inesperado arribo del monitor de guerra “Huáscar”, el que, sin saludar a la plaza como era de rigor, fondeo en un sitio cercano a la playa.

El Prefecto boliviano, en antecedentes del golpe revolucionario en Lima, se abstuvo de recibir al barco y dio orden al Capitán de Puerto de impedir, por la fuerza, cualquier desembarco de tripulantes del recién llegado.

 A las 15 horas del día siguiente, el Comandante del “Huáscar”, capitán don Luis Guillermo Astete (*) envió a uno de sus oficiales a tierra, llevando una nota para el Prefecto don Narciso de la Riva.

Esta comunicación representaba a la autoridad boliviana la extrañeza de que el buque no hubiese sido recibido y estimaba que los múltiples quehaceres y preocupaciones del Prefecto eran los responsables de esta falta de cortesía.

El Prefecto no contesto la nota, pero ordeno reforzar la guardia del muelle y poner una vigilancia especial en el grupo de los políticos peruanos recién llegados.

Al día siguiente temprano, llego del “Huáscar” una nueva comunicación al Prefecto de la Riva: venia concebida en términos muy amables y explicaba la causa de su llegada a Antofagasta, que no era otra sino la de comprar víveres y carbón. Terminaba solicitando una respuesta.

El funcionario boliviano envió la contestación con el portador de la última nota y en ella manifestó al comandante del “Huáscar” que era él, en su calidad de Prefecto, quien había ordenado la no recepción del buque, por dos causas principales: una, por no haber saludado a la plaza al entrar a la bahía y la otra,  por estar en antecedentes de que el “Huáscar” se había sublevado contra el gobierno constituido del Perú, país con el cual Bolivia mantenía estrechas y amistosas relaciones. Finalmente advertía al comandante Astete que todo intento desembarco sería rechazado por las armas.

Una nueva nota del comandante del “Huáscar”, esta vez en términos duros, representando al Prefecto la gravísima violación que del Derecho Internacional hacia con un beligerante y conminándolo a atender sus necesidades, pues en caso contrario daría cuenta al nuevo Presidente del Perú, señor Nicolás de Piérola, para que su gobierno exigiera al de Bolivia las satisfacciones del caso.

La respuesta del enérgico Prefecto fue disponer que el grupo de políticos ya nombrados procediera a abandonar la ciudad dentro de un plazo de 24 horas.

Este plazo no alcanzo a cumplirse, pues don Nicolás de Piérola y su comitiva se embarcaron inmediatamente en el “Huáscar”, el que abandono la bahía rumbo al norte.

El Prefecto, al proceder en la forma que lo hizo, fue porque estaba en antecedentes oficiales de que el “Huáscar” se había sublevado en El Callao el 7 de mayo y que había partido hacia el sur, llevando carbón escasamente para diez o doce días. El resto de la escuadra y el ejército habían permanecido leales al Gobierno.

Desgraciadamente, el comandante Astete ignoraba lo último, pues su misión era la de llevar en su buque hasta El Callao al nuevo Gobierno revolucionario, lo que cumplió, aunque bastante preocupado por la escasez de combustible y de víveres para su gente.

El “Huáscar”, debido a un temporal que lo hizo consumir más carbón aun, se vio obligado a recalar en el puerto de Cobija, donde se apodero, pero con previa cancelación de su valor, del carbón que tenía en sus bodegas la barca chilena “Rafaela”, de propiedad del industrial  minero don Raimundo Ramos.

Como la autoridad dl puerto hiciera fuego de fusilería para estorbar el trasbordo del carbón, el decidido comandante peruano hizo dos disparos de artillería por alto sobre la población, y en represalia se llevó a bordo del “Huáscar” dos lanchones en los cuales se había hecho la faena de carbón y que eran de propiedad fiscal.

Como la carencia de víveres era bastante apreciable, el buque entro a Pisagua, donde fue recibido a cañonazos. El grupo de políticos se embarco en un vapor de la carrera que venía a Valparaíso y el comandante Astete procedió a bombardear la población durante dos horas, obligando a rendirse a las autoridades.

Aun no terminaba de echar embarcaciones al agua para mandar tropas de ocupación a tierra, cuando tres buques de guerra peruanos que venían en busca del sublevado, hicieron su aparición.

El combate duro más de tres horas y hubo seis muertos y doce heridos, entre estos dos del monitor. Al caer la noche y gracias a su rápido andar, el “Huáscar” se escabullo y algunos días después llego al puerto de Ilo, donde se entrego a la autoridad.

Todo lo relatado anteriormente, tiene un curioso prologo. Cuando se sublevo el “Huáscar”, el Gobierno peruano dicto un Decreto declarándolo buque pirata y ofreciendo un millón de soles por su captura.

Dos buques de guerra ingleses, el “Shah” y el “Amathyst”, pertenecientes a la flota del Pacifico y que se encontraban al ancla en El Callao, al mando del Almirante De Horsey (**), levaron sus anclas y zarparon en busca del pirata.

HMS "Shah"


 
Después de accidentada navegación, los dos buques encontraron al “Huáscar” en Pacocha, donde le intimaron rendición.

El comandante Astete, que ya sabemos cómo era, respondió a la intimidación con una andanada que destrozo gran parte de la arboladura del “Shah”. Una segunda andanada le echo abajo un palo al otro buque y las cosas hubieran seguido perores sin no es por el muy prudente almirante ingles que ordeno virar y regresar al Callao.

Combate de Pacocha
 

 
El combate duro exactamente siete minutos. Aparte de las averías sufridas, el almirante fue posteriormente desautorizado por el Almirantazgo británico y reemplazado en el mando.

Por su parte, el pueblo peruano celebro irónicamente el combate y en un periódico de Lima, titulado “Bellezas y tonterías”, publico los siguientes versos:

 
Compatriotas peruanos: ¿un coctel?
Very well!
¿Por el “Huáscar” del Perú?
Very good!

¡Muera el almirante ingles
con su “Amathyst” y su “Shah”!
¡A ver si viene otra vez
Nuestros soles a cobrar!

 

 
Bibliografía:

(*) Luís Germán Astete Fernández de Paredes  (Lima 1832, Huamachuco 1883) fue un capitán de navío de la Marina de Perú.

(**) Almirante Frederick Rous De Horsey

Historia de Antofagasta, Isaac Arce
Revista En Viaje. Abril 1949



Web consultadas:

Combate de Punta Pichalo
Combate de Pacocha